María es una niña de 6 años de un barrio periférico de la ciudad de Santa Fe. Se porta mal, hace garabatos y no aprende las primeras letras. En una de las aulas de apoyo escolar de Los Sin Techo, a la que asiste en contraturno escolar, la tutora advierte que la niña no ve bien y que necesita anteojos. Una vez solucionado ese tema, comienza recién su primera vinculación con el aprendizaje, por más que ya asistía a la escuela. "Resultó que era un avión, sólo que veía mal y enseguida se alfabetizó", cuentan Luciano Zocola, del Área de Inclusión Educativa y Digital del Movimiento Los Sin Techo, y Mónica González, coordinadora de las tutoras comunitarias.
El nombre de la chica es ficticio pero el caso es real. De estas historias, la ONG creada por el padre Atilio Rosso tiene muchas, y algunas muy dolorosas. El movimiento lleva adelante, desde hace unos años, el programa "De la tiza a la robótica", destinado a la alfabetización y divulgación de la ciencia para niñas y niños que viven en contextos de exclusión social.
Se trata de un programa que resultó reconocido en 2022 por la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura, junto con la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo. La novedad ahora es que durante los últimos meses del 2023, la entidad logró ampliarlo a 6 aulas digitales de distintos barrios de la ciudad (Loyola, Las Lomas, Villa Hipódromo, San Lorenzo, Pompeya y Los Troncos).
Zocola recordó que el Movimiento Los Sin Techo trabaja desde hace más de tres décadas en la promoción de la vivienda, la salud y educación de los barrios más vulnerables de la ciudad de Santa Fe. A nivel educativo, específicamente, lleva adelante varias propuestas, entre ellas, las 12 aulas de apoyo escolar. Tras una evaluación post pandemia de los chicos que asistían a las mismas, se determinó que el 35% tenía dificultades para alcanzar la alfabetización al finalizar la primaria.
Ése fue el punto de partida para fortalecer el programa "De la tiza a la robótica", de aprendizaje de la lectoescritura. Comenzaron el proyecto en 2021 con los chicos de dos escuelas: "Camila Cáceres de Ballarini", del barrio Las Lomas, y "Cooperación Escolar", de Nueva Pompeya.
"Se trabajó con un programa común, tanto en las escuelas como en las aulas de apoyo, de acuerdo al manual docente y guía especialmente diseñados para esta tarea. También se produjeron materiales apropiados", explicaron los referentes del movimiento.
¿En qué consiste?
Las y los niños asistían tres veces por semana -durante dos horas- a contraturno de la escuela, al aula digital del barrio. Cuando los padres no podían acompañar a sus hijos, las tutoras comunitarias los buscaban en sus domicilios o en puntos de encuentro. "En algunos casos, hay familias que no pueden pasar de un barrio a otro, por conflictos entre ellaso", comentaron Zocola y González.
En el aula barrial, las tutoras comunitarias, asistidas en línea por videoconferencia por tutores docentes de Los Sin Techo, continuaban reforzando lo aprendido en la escuela. Al final de la jornada, ellas elaboraban un reporte en audio, como devolución a las maestras titulares de cada escuela, lo que permitía un seguimiento minucioso del aprendizaje de cada estudiante.
"De esa primera experiencia en las dos escuelas, obtuvimos muy buenos resultados: más de la mitad de los chicos de 1er grado ya escribían y leían palabras, en el lapso que estuvieron con nuestra tutoría", indicaron. Además señalaron que, junto con la alfabetización, se contempló la divulgación de la ciencia y la salud de los escolares. Finalmente, también las tutoras comunitarias y las docentes, recibieron capacitación tanto de manera virtual como presencial, sobre cuestiones vinculadas al proyecto.
Ir a buscarlos
A partir de octubre de 2023, se amplió ese trabajo a más aulas de Los Sin Techo, alcanzando a unos 210 niños. "Nosotros decimos siempre: la maestra enseña, y las tutoras, acompañan. Nuestras tutoras comunitarias, que son las que dan los apoyos escolares, no están formadas como docentes pero tienen una relación de cercanía muy importante con el barrio, conocen a las familias, a los chicos y la realidad del lugar. El problema en los barrios vulnerables es que los chicos no van a la escuela o faltan mucho y hay que ir a buscarlos; lo mismo sucede con las clases de apoyo", señaló González.
Contó el caso de una escuela que le pidió al movimiento encontrar a 6 chicos de la Comunidad Qom de Las Lomas que dejaron de ir a clases. "Para entrar al barrio tenés que hablar con el cacique, y nosotros tenemos esa proximidad. Así pudimos saber que esos niños se habían ido temporalmente a Chaco con sus familias", dijo.
Zocola agregó que hasta ahora el Ministerio de Educación vino apoyando el proyecto, aunque el último año se arrancó tarde. Ahora están en contacto con las actuales autoridades ministeriales y esperan conseguir también el aval y los recursos para seguir adelante y ampliar la propuesta.
Anteojos y tapones de cera
En las aulas digitales, el movimiento no hace solamente apoyo educativo. También se ocupa de la detección temprana de problemas visuales y auditivos, de hacer una escucha atenta de los chicos y de brindarles una copa de leche. "A veces es su tercer comida del día, para otros sólo es la segunda", dijeron los referentes de Los Sin Techo.
Entre los análisis realizados a 59 chicos escolarizados, se detectó que un 25% tenía alguna dificultad visual (el 8,47%) o auditiva (17%). Entre los primeros, mayormente requerían anteojos, y entre los segundos, la causa más importante era que tenían un tapón de cera en uno o los dos oídos.
"Es decir, eran problemas de fácil solución, y con una respuesta temprana, logramos que estos chicos comiencen su escolaridad sin padecer ninguna de estas dificultades", destacó Zocola, a quien Rosso le inculcó desde joven que es importante dar oportunidades a quiénes más lo necesitan.
Recursos didácticos
Para llevar adelante la propuesta, se produjeron materiales preparados con el criterio de claridad y sencillez bajo el concepto de mediación pedagógica para lograr la promoción y el acompañamiento del aprendizaje. Algunos de estos recursos fueron realizados de manera tradicional, como láminas individuales por letra con asociación de imagen, secuencia de carteles para exhibir en el aula que se componían a medida que se avanzaba en el aprendizaje y stickers por letra para pegar en el cuaderno. También se desarrolló una aplicación en Realidad Aumentada de las letras que, con una tablet, los chicos las usan y se sorprenden.
Mariela Goy - Diario el Litorial