El coordinador de Los Sin Techo hizo un balance de la tarea que realiza el movimiento y contó que hay 80 casas terminadas de las 100 acordadas con provincia y municipio en mayo de 2012
Hace dos años, Los Sin Techo cumplieron 25 años. A modo de balance en ese momento, José Luis Ambrosino, coordinador general del movimiento, contaba que en ese tiempo habían logrado erradicar más de siete mil ranchos en la ciudad. Desde 2012 lograron construir 100 casas más, pero reconocen que eso no alcanza. La pobreza extrema avanza más rápido. Todos los años se generan cerca de 400 nuevos ranchos, y para Ambrosino esto obliga a revisar el aspecto social de la democracia. Finalizando el año, Diario UNO habló con el referente de Los Sin Techo sobre la labor que realizan hace más de 27 años y sobre la marcha de los planes que llevan adelante en distintos barrios de la ciudad.
—En 2012 acordaron con el gobierno provincial financiación para construir 100 casas más. ¿Cómo marchan estos planes?
—Se cumplen. De diez etapas, en este momento estamos por la octava. Estamos construyendo en Barranquitas Sur, que es una zona en la que la Municipalidad está preparando el terreno y lo está elevando. Se han hecho muchas relocalizaciones de ranchos para dejar despejada la entrada a la autopista. En general, nosotros no tenemos problemas con la construcción, lo que nos demora un poco es la preparación del terreno. Como son obras en zonas difíciles, o complicadas, en el límite de la altura, la Municipalidad es muy rigurosa y hasta que no se cumple el alteo correspondiente no se puede empezar a construir. A veces eso demora un poco la realización, pero los planes andan bien y la Dirección de Viviendas hace los aportes económicos al día. Lo que también nos demora es la adquisición de los terrenos. No tenemos terrenos propios y construimos en terrenos municipales, pero están en zonas que necesitan un tratamiento especial. En la zona de la autopista hace como dos meses que se está trabajando en el alteo. Además, después se tienen que hacer los desagües. Al final el resultado es definitivo, pero la velocidad de construcción se atrasa.
—¿Alcanza lo que se hace para ayudar a los más necesitados?
—Nosotros siempre decimos que hay que revisar el aspecto social de la democracia. Hay que darle más dinámica, porque el crecimiento de la pobreza, representa un rancho nuevo por día en la ciudad. O lo hacen en el patio de la casa de los padres, o lo hacen en el fondo, o están en una piecita escondidos, pero es un rancho por día. Cuando abrimos el grifo para hacer un plan de diez casas, tenemos noventa pidiendo. El crecimiento vegetativo indica que Santa Fe necesita unas 300 casitas nuevas todos los años para poder cumplir con las necesidades de los excluidos. La democracia no tiene todavía capacidad para reaccionar a escala industrial para esperar el problema y no correr atrás. Nosotros hacemos lo que podemos, pero lo nuestro es más testimonial que una solución de fondo de los problemas. La solución final tiene que venir de la política. En este sentido, respetuosamente decimos que la democracia es lenta.
—¿La pobreza avanza más rápido?
—En principio el empujón está bien. Lo que pasa es que, con todo respeto, esto hay que hacerlo a escala, porque la velocidad de generación de ranchos es muy grande. Entonces nosotros avanzamos pero tiene que estar el gobierno militando el tema, porque sino no se resuelve. Además, no resolver el problema es dejar un sector muy grande en un estado de supervivencia deplorable donde se genera cualquier cosa. Aparecen la violencia, la mala educación y el destrato. La pobreza en sí misma no es mala, pero en esta situación es una desgracia. Siempre les digo a las autoridades que nosotros trabajamos con las embarazadas, los chicos en el jardín, en cursos de capacitación, con computadoras, con voluntariado, pero si esto no lo toma el Estado con una dinámica transformadora, no se nota. En los barrios de Santa Fe sigue creciendo el problema y la gente no tiene soluciones. Hay algo también con lo que tengo que ser honesto, mejoró algo la situación con la asignación universal por hijo. La gente tiene alguna previsibilidad. La mamá, que queda generalmente sola porque se le fue el marido, no está tan desesperada, porque sabe que a fin de mes tiene algo. No es lo mismo que salir a mendigar, es una pequeña ayuda, pero hay que acompañarla con educación, con casas, con luz, con posibilidades concretas de salir de esta situación. Es un problema que tiene solución, solo hay que afrontarlo. Depende de decisiones políticas y hay que tomar la decisión.
—¿Cuántas casas hacen falta en Santa Fe?
—Tener el número concreto a veces es difícil, pero si se hacemos 300 casas por año, se tendría controlado el problema de la extrema miseria de los barrios en la ciudad. Después hacer la calle es más fácil, la luz también, el agua potable está bastante cubierta, la educación inicial con los jardines nuestros y los municipales también. Más adelante aparece el problema del trabajo, y otras cuestiones que ya no dependen exclusivamente del Estado, pero hay que eliminar la pobreza extrema. Después se puede empezar a hablar en buenos términos, porque la gente cambia el ánimo, sonríe y tiene más paciencia. Sino es prácticamente la desesperanza.
—¿Cuánto sale hoy una casa como las que construye el movimiento?
—Hoy están en 110.000 pesos aproximadamente, y las 350 casas que se necesitan, serían 35 millones de pesos al año. Esto para un presupuesto provincial no es plata. Lo que pasa es que hay que tener un equipo dedicado, así como se abren rutas, como abren plazas y calles, también hay que tener un equipo del Estado que multiplique por 10 lo que hacen Los Sin Techo. Le digo siempre a las autoridades que den el ejemplo al país de que Santa Fe no tiene ranchos, y piensan que va a venir gente de afuera. Se atajan antes de empezar a resolver el problema. Esperemos que el 2015 tome un poco más de dinámica la parte social, y que realmente nos dediquemos a hacer planes para esta gente.
—¿Cuál es el aporte actual del gobierno a la acción de Los Sin Techo?
—Nosotros tenemos hasta ahora el aporte del 80% de los planes. La Dirección de Viviendas está totalmente al día. Un plan de diez casitas está alrededor de 1.100.000 pesos. Ya hemos construido 80 casas, entonces serían unos 8 millones de pesos los que nos aportaron desde 2012. Además, por otros planes nosotros terminamos 20 más. En este momento, el cuello de botella es la disponibilidad de terrenos en condiciones para poder construir. La Dirección de Vivienda debería tener un sector especial dedicado a las personas en situación de marginalidad en el que se proponga llegar al 2020 sin ranchos. Una vez el padre Rosso lo logró. Son estructuras especiales que hay que crear para que se dediquen a eso.
—¿El problema principal hoy es conseguir terrenos?
—Si, y es un tema que no nos permite ir más rápido. Si queremos hacer 300 casas por año, debemos disponer de 300 terrenos y los tienen que aportar la provincia, la Municipalidad y privados. Por ejemplo, para el Plan Procrear el Estado provincial compra terrenos y después los financia a quien los puede pagar. Con este sector hay que hacer lo mismo, si tenemos que construir 300 casas, hay que encontrar 300 terrenos.
—Hoy en día, y con la experiencia en el campo que tienen, ¿piensa que en algún momento se puede lograr la erradicación de ranchos?
—A nosotros no nos da el cuero, no tenemos el poder económico, ni político, pero sí tenemos el camino y la propuesta, que es lo más importante. Fijate que el 50 o 60% de las casitas que hemos construido se están ampliando. Inicialmente las viviendas tienen pieza, un baño y una galería, pero al tiempo la gente se hace una pieza más, cierra la galería, y avanza. Es el primer germen que le permite avanzar, la primera propiedad que tienen.
Fuente: CoquiToum / Diario Uno Santa Fe