En Santa Fe, hay familias pobres que subsisten con 7 pesos diarios

 Los chicos desayunan y almuerzan en el comedor escolar. El menú de la cena es siempre el mismo: guiso. Como ellos, más del 18 por ciento de los ciudadanos santafesinos sobrevive hoy a la pobreza

“Fabiana dice que en su familia se gasta entre 5 o 7 pesos por día, el matrimonio y sus siete hijos. El detalle… todos desayunan y almuerzan en el comedor de la escuela, ellos (la pareja) buscan al mediodía la comida en el comedor. Por la noche, hacen un guiso con medio kilo de fideos, un tarro de tomate, alguna cebolla y alitas de pollo, incluyendo parte de los alimentos que compran con los tickets que les da el gobierno, mensualmente”.

El relato pertenece a Nilda Díaz, coordinadora de los jardines de infantes del Movimiento Los Sin Techo en la ciudad de Santa Fe, y refiere a los resultados de un relevamiento realizado por la agrupación en la zona oeste de la capital provincial.

Según los últimos datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística y Censos, correspondientes al segundo semestre de 2008, en el Gran Santa Fe hay un 16,2 por ciento de pobres y un 5,8 por ciento de indigentes. De acuerdo a las cifras de la Encuesta Permanente de Hogares, una de cada 10 familias santafesinas es pobre.

Sin embargo, los datos extraoficiales denotan un índice de pobreza en la ciudad cordial que alcanza el 18 por ciento, mientras que el de indigencia se alzaría al 6,1 por ciento. A nivel nacional, según la consultora Ecolatina, la proporción de la población por debajo del umbral de la pobreza alcanzó al 30,5 por ciento en el segundo semestre de 2008. En tanto, las estimaciones acerca de la indigencia, arrojan que el 10,7 por ciento de la población no pudo costear la canasta alimenticia en el mismo período.

 

 

Un círculo vicioso

Tanto la pobreza como la indigencia conforman círculos viciosos que coinciden con el ciclo de vida de los seres humanos. El pobre nace, crece, se reproduce y muere en el mismo ámbito. Las condiciones que lo rodean desde su concepción predeterminan su futuro antes de nacer, reduciendo al máximo las posibilidades de escapar a ese destino. La única alternativa sería una intervención a tiempo por parte de todos los organismos competentes en la materia. Desde el desarrollo social, la salud, la educación, las obras públicas, la Justicia, la economía y la vivienda.

“Si a esta realidad le sumamos la violencia, como un hecho que se parece mucho a lo normal, estamos en presencia de un hogar que tiene todo para que cada uno de sus integrantes se convierta en un despojo humano. Cada uno va grabando, en su interior, vivencias que se convierten y se aceptan como parte del destino, como lo que le tocó en esta vida, ignorando lo que por ser personas, les corresponde por derecho, en un Estado donde desde la Constitución se promueve la igualdad y, fundamentalmente, se brega por el derecho de los niños”, manifestó Díaz, en diálogo con Diario UNO.

 

Parte del paisaje

Los ciudadanos pobres se repiten y multiplican en cada semáforo de la ciudad, en miles de esquinas, en decenas de barrios. Invisibles a la mirada de la mayoría, sólo parecieran cobrar vida cuando golpean la ventanilla del auto para pedir una moneda o se acercan con un limpiaparabrisas para ofrecer sus servicios, cuando piden ropa o comida casa tras casa, sin tener respuesta en la mayoría.

“Ser pobre y ver a los pobres, es parte del paisaje e inquieta a pocos. Nos inquietan los malabaristas y limpiadores de vidrios, los que nos tocan timbre a cualquier hora en nuestra casa, pero pocos se detienen a pensar en cosas tan sencillas como un día de lluvia en un rancho, una noche de frío con goteras y el compartir la cama ente tres o cuatro personas, una panza que se retuerce, un ser humano que no puede dormir por hambre”, lamentó Díaz.

$ 143,8 fue el ingreso mínimo que precisó una familia tipo para superar la línea de indigencia durante el mes pasado. El dato fue publicado el miércoles pasado por el Indec.

$ 323,9 fue el ingreso mínimo que precisó una familia tipo para superar la línea de pobreza durante el mes pasado. El dato fue publicado el miércoles pasado por el Indec.

34% de los argentinos de entre 20 años y 24 años no accede a la educación obligatoria en aglomerados urbanos. Entre 30 años y más, la cifra llega al 53 por ciento.

64% de los 774 millones de adultos sin alfabetizar en el mundo, son mujeres, según datos recientes del Instituto de Estadística de la Unesco (UIS). En la Argentina, el país de la Ley de Educación Común 1420 –piedra basal del sistema educativo nacional y orgullo de la formación del Estado Nacional de 1880– casi cuatro millones de adultos no terminaron la primaria.

 

 

Opinión

Juan C. Beltramino

pres. soc. argentina de pediatría (santa fe)

 

Desnutridos

En el 2007, 94 niños menores de 5 años fallecidos en Argentina tuvieron a la desnutrición como causa de muerte (*). Probablemente esta cifra sea la punta de un iceberg ya que las deficiencias nutricionales son causa subyacente de otras muertes infantiles como las provocadas por infecciones respiratorias e intestinales –pese a que hoy no se observa la cantidad de desnutridos severos que poblaban los hospitales de niños en la década del 70.

La desnutrición grave se manifiesta de dos formas clásicas: el marasmo (lactantes flacos con la piel seca arrugada, apáticos) y el Kwashiorkor (niños con cara abotagada, panzones y pies hinchados). En ambas tienen mayor posibilidad de enfermar y morir. Los que sobrevivan serán más bajos que la media y podrán tener dificultades en el aprendizaje (aunque no está claro cuánto se debe a la carencia de nutrientes y cuánto a la falta de estímulos).

La desnutrición primaria de un niño no se trata sólo de falta de nutrientes. A ésta se le suman carencias afectivas, analfabetismo, hacinamiento, violencia, falta de agua segura, entre otras. Un adecuado aporte de nutrientes es necesario pero no es suficiente para garantizar el normal crecimiento de un niño. Cuando los niños internados por maltrato y desnutrición son entregados a “familias de tránsito” tienen una recuperación en el crecimiento y el desarrollo neurológico más rápida que cuando prolongan su estadía en el hospital, a pesar de recibir en éste los alimentos adecuados. Son factores importantes en la prevención de la desnutrición el apoyo a la lactancia materna, el cuidado de la embarazada, la provisión de agua segura, el espaciamiento en el nacimiento de los hijos, la educación de los jóvenes.

En Santa Fe el 8,7 por ciento de las madres son analfabetas o con escolaridad primaria incompleta (*). Muchas de ellas han sido, o continúan siendo, malnutridas y tendrán bebés de bajo peso, propensos a enfermar.

Los representantes de 159 países en una reunión conjunta de la OMS y FAO realizada en 1992 en Roma refrendaron: “…Reconocemos que mundialmente hay alimentos suficientes para todos y que el problema principal es el acceso desigual a esos alimentos”. Puede afirmarse que el problema de la desnutrición en el mundo es más una consecuencia de la carencia de justicia que de nutrientes.

 

(*) Salud Materno Infantil en cifras - 2009. Unicef - SAP.

 

La infancia, lejos de juguetes y libros

Muchos hogares pobres no sólo carecen de alimentos sino que en la mayoría se desconoce la importancia de estimular a los más chicos. La adolescencia llega con deberes y preocupaciones.

En la actualidad, en el mundo hay más de 70 millones de chicos y jóvenes que no están escolarizados. En la Argentina, el 20 por ciento de los adolescentes, de entre 15 y 19 años, está fuera del sistema educativo. Según datos del Indec, 177.417 niños de 6 a 14 años están fuera del sistema educativo.

En diálogo con Diario UNO, Nilda Díaz, docente del Movimiento Los Sin Techo, aclaró que la desnutrición de un niño pobre no sólo pasa por los alimentos que dispone, sino por las herramientas con que cuenta para desarrollarse. En familias de clase media, es natural jugar con los niños, contarles cuentos, enseñarles los colores y estimularlos en distintas áreas, mientras que en las más pobres, se observa la falta de contención y atención.

“El panorama empeora, si a esto le sumamos las vivencias traumáticas a las que están expuestos los niños en situaciones de pobreza. Esto hace que existan retrasos en la adquisición del lenguaje, nivel de información, pobreza de vocabulario y otras limitaciones con las que se encuentra un niño pobre, si lo comparamos con uno de clase media que entrará a un primer ciclo de escolaridad obligatoria con más y mejores recursos para el aprendizaje”, señaló la docente.

Hay escuelas en las cuales la totalidad de un curso puede estar conformada por chicos con necesidades básicas insatisfechas. “Basarnos en la teoría de inteligencias múltiples nos puede llevar a mejor destino, una currícula donde el tiempo no sea lo que apremie, una estimulación constante que acreciente la autoestima, desmitificando el «es un burro: no aprende», consideró. Esta realidad requeriría una preparación especial para docentes y directivos, sumado a una adecuación absoluta del sistema educativo.

 

Una corta juventud

“Un sábado a la noche, mientras una joven en el centro de la ciudad sale a divertirse con sus amigos en la Recoleta santafesina, una joven de su misma edad del sector pobre ingresa al Hospital Iturraspe para dar a luz a su primer o segundo hijo”, graficó Jorge Jourdan, integrante del Movimiento Los Sin Techo.

En Santa Fe, hay siete mil jóvenes de entre 14 y 25 años que no trabajan, no estudian, ni buscan empleo. Ocho de cada diez pertenecen al sector más pobre de la ciudad, según datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) de 2007.

“Nacer, vivir y morir en un barrio excluido lleva la marca de la necesidad, el dolor y la discriminación social. La juventud en la exclusión es corta y llena de preocupaciones, a diferencia de aquella imagen que tenemos de «la juventud, divino tesoro», donde reina la libertad, la despreocupación y donde la vida es mantenida por el grupo familiar. Mientras otros jóvenes se forman para el futuro, la juventud en la exclusión debe asumir la manutención de una familia, rebuscarse de changas y encontrar dónde vivir”, concluyó Jourdan.

 

La vejez breve y la muerte temprana

Sin los servicios básicos, en la incertidumbre de conseguir o no al menos una comida al día, con los dolores físicos y enfermedades que conlleva la falta de alimentación y cuidados durante todos los años de su vida, la adultez llega al ciudadano pobre en forma precoz.

“La vida adulta en la exclusión es larga e incierta, vivir del cirujeo o de trabajos temporarios y en negro, sin papeles del terreno ocupado o el rancho donde se vive y en barrios donde falta el agua potable, la luz eléctrica tiene baja tensión, las calles están oscuras y donde la inseguridad es permanente, genera una incertidumbre generalizada que conforma una vida centrada en el presente y en la lucha por la supervivencia diaria”, consideró Jorge Jourdan, quien trabaja desde hace años en el Movimiento Los Sin Techo.

Y señaló que las mujeres en general cargan con la responsabilidad de la crianza, la salud y educación de sus hijos, sufren las consecuencias de la violencia intrafamiliar y de una cultura social machista que las desvaloriza y las relega a la subordinación.

A pesar de ello constituyen la reserva de fortaleza, solidaridad y sacrificio en la marginalidad que permite que crezcan flores en el desierto de la exclusión social.

“La vejez en un barrio pobre es corta y temprana, vivir en la exclusión implica morir diez años de promedio menos que el resto de la población. Los cuerpos gastados y enfermos de los adultos después de una vida de privaciones rápidamente envejecen”, explicó Jourdan. Quedan librados al cuidado de sus familiares, sin jubilaciones o con pensiones ínfimas y con la necesidad de deambular por los hospitales para conseguir atención médica a sus dolencias.

El trabajador de Los Sin Techo opinó: “La vejez en la exclusión no es un tiempo para descansar y gozar de la vida sino para esperar la muerte desde la soledad y la extrema necesidad. La exclusión social marca a fuego todos y cada uno de los años de aquellos que la padecen y desde afuera sólo podemos aproximarnos a lo que significa vivir en ella”.

 

Fuente: Diario Uno

 

MOVIMIENTO LOS SIN TECHO

San Jerónimo 3328

(3000) Santa Fe - Argentina

 

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