La presión moral de su mensaje sigue vigente, es lo que siente José Luis Ambrosino, coordinador actual del Movimiento Los Sin Techo. El padre Atilio Rosso murió el 23 de abril de 2010. Su cortejo fúnebre fue acompañado por cientos de personas en los barrios de la ciudad.
No debe haber sido fácil para la gente de los barrios más humildes resignarse a la pérdida definitiva de la persona que tanto hizo para mejorar sus vidas. Tal vez por eso, por la necesidad de llenar al menos un poquito del espacio que dejó, los vecinos de Villa Oculta decidieron ya en 2010 colocar su nombre en una de las calles de la barriada.
Hoy se cumple un año de la muerte del padre Atilio Rosso, fundador del Movimiento Los Sin Techo. Su legado permanece como un faro para sus colaboradores, que trabajan para mantener el camino de esperanza que abrió con obstinación.
Uno de los que tomó la posta es José Luis Ambrosino, quien actualmente es coordinador del movimiento. Al cumplirse el primer aniversario de la partida del religioso, lo recuerda como alguien insustituible. “La impronta que dejó Atilio en sus colaboradores es muy fuerte. La vigencia de sus pensamientos, su ímpetu y su claridad de conceptos sobre los excluidos, es permanente. En buenos términos, la presión moral de su mensaje sigue vigente. Cada uno de los que trabajamos para seguir su obra nos sentimos acompañados y asesorados a diario”, aseguró a El Litoral.
Entre los aspectos que más se valoran del trabajo que llevó adelante en los barrios fue su presencia activa: “Unió siempre el pensamiento y la praxis, nunca voló fuera del hecho concreto”, analizó Ambrosino. Y como asoció esa tarea con el amor al prójimo y la fe, “quien trabajó con él lleva una impronta de trabajo y compromiso que está vigente”, remarcó.
Las ideas del religioso, basadas entre otras cosas en la necesidad de devolver dignidad a los marginados, son asumidas por quienes hoy traccionan para que su obra prosiga como referencia ineludible. “Fue un pensamiento de estadista que tiene vigencia como mínimo por diez años. Hoy tenemos una década de camino que nos permite trabajar sin grandes desvíos con respecto a lo que era su objetivo y su pensamiento”, indicó el actual coordinador.
El futuro del Movimiento
Tras la inesperada partida del padre Rosso, el primer interrogante de sus seguidores fue ¿y ahora qué? Pero la respuesta fue contundente: Ambrosino cuenta que todo el grupo de colaboradores se mantuvo y hasta se sumó gente nueva. “Por lo tanto, la desaparición de Atilio no fue traumática, sino dolorosa, pero con una continuidad normal”, insiste el coordinador del Los Sin Techo.
“El recuerdo es profundo, cariñoso y nostálgico al mismo tiempo. La gente lo extraña y el trabajo de Los Sin Techo no es lo mismo”, admitió el referente. Sin embargo, la labor por él iniciada sigue en pie. “La gente nos sigue acompañando, la mística del movimiento se mantiene. Pero es importante mantener las obras, porque la gente cree y trabaja siempre que vea obras. Los chicos se alimentan cada día, las embarazadas tienen acompañamiento, los desnutridos siguen con su refuerzo alimentario y la erradicación de ranchos prosigue”, enumeró.
En efecto, según Ambrosino los proyectos diagramados se están “haciendo y concluyendo”. Entre los más significativos, la introducción de la netbook entre los niños excluidos. “Las cien primeras ya se entregaron, y las seguimos consiguiendo a través del apoyo privado, provincial y municipal. De manera que sigue adelante su idea de la penetración de la informática entre los marginados”.
Juan Ignacio Novak
Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
FUENTE: DIARIO EL LITORAL